Mi amigo y colega Pedro Álvarez-Quiñones me dio a leer en su momento una selección de cuentos inéditos de inquietante temática como es habitual en su ya larga trayectoria como novelista, poeta y ensayista. En esta ocasión no pude por menos de proponerle la ilustración de alguna de estas bellas rarezas que, en ocasiones, sobrevuelan por encima del delirio romántico de Poe, Espronceda o Bécquer.
Producto de esta inmersión literaria en sus Cuentos urticantes son estas ilustraciones que aporto aquí, acompañadas de algunos fragmentos de las historias originales que esperan, aún, ver la luz en papel.
A continuación, algunos fragmentos de estos Cuentos urticantes de P. Álvarez-Quiñones:
«A lo largo de años de espionajes furtivos he oído carcajadas, disculpas, titubeos, calumnias, declaraciones de amor, amenazas, censuras, piropos y relatos sobre vicios nefandos; he conocido conspiraciones, participado de confidencias espeluznantes y accedido a colosales reservorios de estupidez y tontuna… Nadie como yo ha atesorado tal cantidad de pláticas inservibles movido solo por una comezón irreductible de curiosidad desbocada; nadie conoció jamás soledad tan fecunda, tan plena de matices, cromatismos, tornasoles e irisaciones.»
Muy indiscreto
«Sin lugar a dudas, Adefesio no era un perro como los demás: emitía unos ladridos chillones y estridentes, similares a trompetazos; acostumbraba a dormir boca arriba, con las patas estiradas, y no sentía la menor animadversión por los gatos. En cualquier caso lo que más me desconcertaba de él era su carácter insondable y extraño: tan disciplinado y obediente como cualquier perro al que se haya educado de manera correcta, hacía gala, empero, de las reservas típicas de un gato.»
Un extraño perro
«Durante nuestro cautiverio, fuimos llevados de aquí para allá, a lo largo de caminos anegados y carreteras mal asfaltadas, exhibiéndosenos en barracas de ferias rurales del Cáucaso junto a otros antropoides, la mayor parte, como nosotros, procedente de laboratorios más o menos clandestinos.»
La ciénaga